May 11, 2009

Un Mundo Real.

Cuando empece mi rotacion en la clinica de La Paz, durante los añios de estudiante, en los tiempos que seguia pensando en ser psiquiatra, tuve la ocasion de atender a un paciente, que hasta mucho tiempo despues, aun hoy, seguia rondando mi mente. Me perturbaba las imagines que me traian a Colombia y que me enseñaron por primera vez la cruda realidad de mi pais. Ya no me acuerdo de su nombre, solo de su mirada fria y distante, nunca comprometida con el mundo externo. La mirada perdida, escondida de un asesino, la mirada de alguien que no entendia el significado de estar vivo, y la razon de no matar.

Me conto, durante una serie de encuetros, que mas que terapeuticos, fueron narraciones de su tragica vida. El decia que siendo muy pequeno, en su parcela, en los Llanos Orientales de Colombia, habia aprendido el oficio de matar. Se me acercaron unos tipos y me ofrecieron plata para que matara al viejito, dijo, y lo hice.

Pero no sentiste culpa? Pregunte. Por que deberia? Si a mi me pagaron por hacer un trabajo, y si no lo hacia, me mataban a mi. Un silencio en la mesa de la cafeteria. Y un segundo para reflexionar en lo que me habia metido. Estos encuentros duraban apenas unos pocos minutos. Siempre con mucho recelo y a cuenta gotas podia reunir la informacion necesaria para la historia clinica que me tocaba presentar.

Asi llego la segunda visita, esta vez, con la mirada mas prufunda, seguia mi paciente, sin emitir ninguna emocion, sin parpadear, frio. Me conto que tiempo despues que lo señores lo habian contratado, se habia ido con la guerrilla, le pagaban con comida, y algo con que entretener la vida. Asi trancurrio un tiempo, hasta que en un encuentro con los paramilitares, lo hicieron prisionero. Bajo Condicion de seguir con ellos o la muerte, no tuvo otra salida. Bala tras bala, muerte tras muerte. Lluvia tras lluvia en la selva. Los dias parecen todos iguales. El verde se transforma en el color del infierno, cuando se le mira por muchos meses, por muchas horas.

Esta sesion es larga, y a mi me apura que no se me escape nada. Despues, fue el Ejercito. Esta vez, por que lo unico que sabia hacer en la vida, era cojer un fusil, y matar. Para nada mas servia.

Pasaron varios dias, hasta que volvimos a la clase de historia clinica psiquiatrica en La Paz. La ultima vez que lo vi, estaba mas inquieto, y mucho mas despierto, mas alerta, mas paranoico. Movia sus ojos incansablente de lado a lado mientras me contaba que tenia que volver, volver al ejercito, decia el. Pero primero tenia que ver a su mujer. Y cuantos años tiene su señora? – no se por que le pregunte- quince, y ya tenemos un hijo. Dios. Quien es este tipo. No duro mucho. Dijo que tenia que volver al cuarto, porque el Ejercito lo estaba esperando.

Esa fue la Ultima vez que lo vi, ultima vez que alguien lo vio. Esa noche se volo de la clinica de La Paz. Mi profesora de psiquiatria se maravillaba con el caso. Vaya, le conto algo a alguien. Veras, el estaba el el pabellon psiquiatrico por que en un arranque de furia, en un pueblo del Uraba Antioqueno, encerro a mujeres, viejos y niños en un bus, y le prendio fuego. Y el ejercito, no hizo mas que mandarlo aca, para que se tratara. Por que permitieron que estuviera en el ejercito?. Bueno, a nadie le importaba mucho de donde venia, sino que cumpliera con su trabajo. Y alguien sabe donde esta? Solo se supo que su esposa habia salido con otro hombre. Y el se fue a buscarlos.

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